G R I S

Porque me la pasaba todas las mañanas aplastando mi cabeza, estirando mi cabello, revolviéndolo con el caos, con la felicidad, con lo triste, con mis pensamientos, con el acto de dormir y enloquecer en los sueños lúcidos, lo revolvía con el chocolate, con la hierba, con los labios rojos, con ganas de volar y entonces terminaba, yo, deseando, buscando y simplificando la vida, los cuentos y los libros que aún me faltan por leer y su voz, la voz que muchas veces adornaba mis comentarios pervertidos.
Pero entonces siempre estábamos sobre la luna y la gente sabía que estábamos en la luna porque desde la tierra se veía azul y es que es nuestro color favorito y aún espero y quiero encontrar el muro que pide a gritos ser azul, como él.
Algo nuevo se metía entre mis nubes de colores, no busco nada con esto que escribo, no tengo algún deseo escondido en un recóndito rincón de mi cerebro, no. Yo solo buscaba caminar tranquilamente por la vida, siendo, escribiendo, soñando, recordando y riendo.
Riendo con una risa muda, riendo porque sí, porque el viento así se puede colar entre mi sonrisa y salir por mis ojos, en forma de: hoy sólo quiero reír, o quizás en forma de lágrimas, porque así como un robot baila, así como una máscara blanca quiere ser catrina y así como cuando las manos se me parten cuando no escribo, así como cuando lentamente intento ponerle un nombre a esto, a un texto, se me parten los pensamientos.
Y así como cuando yo caminaba y veía todo al revés, así como cuando caminaba con Cerúleo y yo así, tan gris, se me partía el corazón.
Yo creía estar mintiendo sobre la luna y que con mis mentiras la pintaban de morado, como le gusta a Thalia, sólo que a ella no le gustan las mentiras, sin embargo, yo digo que su color favorito (morado) era el color de las mentiras.
Y esta vez no tengo cosquillas en los ojos, esta vez, sólo me cansé de no haber escrito, me cansé.
Recuerdan… no, es que nadie recuerda, ni siquiera yo.


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