¿DÓNDE ESTABAS?
¿Dónde estabas?
¿Dónde estabas cuando la vida se
apagó?
¿Dónde dejaste mi desorden?
Todo parecía tan perfecto, tan
cristalino, limpio, pulcro.
El mundo se había convertido en
una esfera de cristal donde no se reflejaba nada, donde dejé de verme y entenderme,
donde yo ya no estaba sola, por el simple hecho de que yo no estaba.
Estaba sin vida, sin ser, sin
existencia. Solo un cuerpo, eso era yo, un cuerpo que no sentía ni un poco.
Sé que los amaneceres y el cielo
hace mucho no son detonantes, no son bombas para seguir, no impulsan; tenía
otras cosas, otros detonantes, sin embargo, pase de tener todo a sentir nada.
Y ahora me encuentro aquí sobre
unas flores sintéticas, que sólo volverían a tener vida si ella volviera,
escribiendo oraciones al azar que realmente no pueden conectarse, no tienen la
cohesión suficiente como para decirme a mí misma, sal, vive, vuelve…
Y las mariposas me llevan lejos,
me llevan a un mundo distinto, pero agradable, en el que solo quiero liberarme
y llenarme de cosas para volver a sentir la pasión que antes tenía.
No he dejado de querer la vida,
al contrario, quiero encontrarla otra vez, quiero simplemente sumergirme entre
el viento, el sol, el pasto, las personas y esa cotidianidad que no volví a
percibir y así sentirme realmente viva.
¿Será que nunca más volveré?
¿Será que es hora de aceptar que
la vida sigue y los cambios son inevitables, aunque no nos gusten?
La verdad debería llegar ya,
volando del cielo como un cohete que dispararon desde la luna, como un
asteroide que llega a matarnos a todos, sería una ironía completa que nos
matase la verdad, pero bueno, esta ironía vive, todos los días una verdad nos
mata; todo el mundo odia la verdad.
Nadie me llamó egoísta, creo que solo yo, pero
fue un egoísta que me animó, porque era el momento de tomarme por completo e
introducirme nuevamente a un lugar, es como volver a tu lugar de nacimiento, o
como mudarse a tu pasado para estar finalmente en el presente, porque yo andaba
con la mitad de mí en el pasado y la otra en el futuro, el presente era lo que
me hacía falta; extrañaba entender la esencia del presente.
Mi fin de semana se lo tomaron
miles de emociones nuevas, como el impulso, el vivir sin ningún detenimiento,
sin pena, siendo, sin importar qué.
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