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SIENTO

Me siento como un ojo viendo directamente al sol. Me siento como nube gris. Me siento como el instante en el que pizas un charco y se te unta el pie de agua sucia. Me siento como la baja calidad de estas palabras. Me siento imposibilitada para escribir. Me siento en la nada, en una nada vacía. Me siento como dibujante frustrada. Me siento como esa lágrima en los ojos que nunca cae y solo se acumula. Me siento como cuadro torcido. Me siento como el agujero de una media cuando estas comprando zapatos. Me siento como canción imposible de aprender. Me siento como helado derretido. Me siento como el tinto que se enfrió.    No me siento, y en serio lo siento.

Domingo absurdo.

Ayer quise que el cigarrillo que fumaba existiera para siempre, hasta que llegaras y atravesaras mi entorno como humo que se disipa, se contorsiona, se estira. Ayer entre letras deliciosas y frases con sabor a noquieroparardeleer , sentía que podía ser eterna, que no necesitaba tiempo, que lo único que me impedía seguir como mortal era el hecho de esperarte, de mirar de reojo hacia la puerta y sentir que venías, de ver con el rabito del ojo para querer engañar a mi cabeza y decirle: no, no lo estoy pensando. Ayer, pensé que podía escribir de nuevo, porque nutrí mi mente con significados, con emociones y sensaciones ajenas, lo suficiente como para reconocerme en ellas aunque fueran completamente opuestas a mí. Y ahí existe un tipo de belleza que solo la entiende el que la vive, que es el reconocerse en el otro, el vivir de la imagen que reflejas en los opuestos, en las diferencias. Gracias al ayer logré entender que podían pasar muchas cosas de nuevo, que mi mente seguía...

E X I S T I R .

¿Por qué no correr por los campos, intentar ser un transeúnte libre, sin ataduras, con el alma limpia?, ¿por qué no mantener el mundo en un nivel en que nuestro espíritu se haga uno con él?, ¿por qué no entender que simplemente es vida, un instante, un fragmento? Y somos diminutos, tan invisibles que a veces es imposible entender que nuestra existencia suele ser atómica, no vista para nadie, no es nada, no somos nada. Pero y sabiendo todo esto aún nos atrevemos a sentir, pensar, crear y entender la eternidad que llamamos vida, pero que finalmente no es nada, es tan solo una milésima en el cosmos, algo que no significa nada. Si morimos, si nos extinguimos ¿habrá caos? Planteemos la teoría de que es así, digamos que somos el equilibrio, el orden, que sin nosotros, pequeñas partículas, la existencia no tendría sentido; entonces por ser así, sería imprescindible rendirnos, sería todo un complique causar semejante atrofio galáctico. Sin embargo, me encantaría que sucediera, que nos...

SER VIVO SIN VIDA

Hoy rellené la vida de tristezas, porque así me gusta, hoy dejé volar en la madrugada la nostalgia que tanto extrañaba, hoy, increíblemente, la vida se me volvió a colmar de unas partículas  de melancolía. Me sorprendí del pasar del tiempo, me vi allí detenida en la mitad de la avenida de la vida, viendo todo pasar; incluso a mi ser lo veía allí como un transeúnte, como con falta de algo, lo veía allí tan muerto, tan marchito, tan falto de vibraciones energéticas que me dolió, me arrebató todo, me hizo querer devolver el tiempo, no por arrepentimiento, sino por no sentirme muerta. Hice mi mayor miedo realidad, me sentí muerta y con el alma latente, me sentí como si no pudiese hacer más que observar a los vivos detallándome allí muerta como una flor, con mi cuerpo helado, alejado de las emociones, de los decibeles que pasan dentro de tu cuerpo cuando realmente te sientes en este mundo, parte de algo o de alguien. Me sentí encerrada con ganas de quererlo todo, pero el cuerpo no ...

Sin remitente

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¡Qué bello es escribir cartas! Solo que ya no tengo a quién, quizás solo al tiempo, a ese que me ha condenado lentamente a mi auto dedicación; probablemente no es una condena, al contrario, es ese empujón necesario que debía tener mi vida hace tiempo, un empujón al que me he resistido casi un año, pero hoy al fin, ya permití que me llevara al vacío, y aquí me encuentro, cayendo, desde muy alto, desde la cima del todo hacia el inicio de la nada, donde no soy nadie, donde solo pasan brisas de nostalgia, de esas que te atrapan y te hunden en la más profunda tristeza que finalmente te permite renacer. Hay gente que no sale de allí, otra que no necesita entrar, yo creo que no soy ninguna de las dos, ya he conocido esos fríos penumbrosos que te erizan cada partícula, que te calan cada rinconcito de tu ser; y de eso he logrado grandes pensamientos, pero hoy, no son lo que pretendo. Dichos fríos son necesarios lo sé, pero en realidad me falta tristeza para seguir escribiendo sobre ellos. ...

El último Abril de Noviembre.

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Y en esos pequeños momentos, en ese espacio decorado por humaredas de nostalgia, en un lugar tan frío y lleno de paz, donde la vida dio inicio a nuevos ciclos y a que todo surgiera; por fin comprendí, que era el momento justo para que ese atardecer, esos colores y ese frenesí se quedaran atrás, porque sin duda, ya empezaban a teñirme el alma con sabores amargos y sonidos de tormenta, era el momento de apagar esa luz que ya no tenía sentido. Tendré que seguir  así , caminando descalza por la vida, experimentando, conociendo y por qué no, buscando nuevos rumbos, porque la vida es un viaje y la gente pasa y pasa y nunca deja de hacerlo, muchos permiten aprender, vivir, soñar, colorean nuestros paisajes, te aman y dejan amar hasta más no poder, te sacan lo mejor y hasta lo peor de ti, pero bueno, en eso consiste, en sentir, y en no olvidar que a eso vine a la vida. He sobrevivido a varios naufragios, aunque sí, este dejó miles de cuestiones en las peores condiciones; sin embargo, ...

UNA PERSONA COMPLETA

Su piel estaba tibia luego de despertar, estaba llena de vida, como si el mundo le hubiese descargado un montón de energía a ese cuerpo que pocos días antes estaba vacío. No recordaba cómo se sentía la vitalidad, se extrañaba a sí misma. Sin embargo, entendió que sus sentimientos estaban en invierno y por eso, hibernaban. En el ocaso de ese invierno logró repensarse y sintió sus emociones tan suaves como el terciopelo, tan suaves como el sabor del chocolate en la mañana, tan suaves, que al principio no logró reconocerlos; se sentó todo un día en el borde de un acantilado a ver las nubes pasar, el cielo pasar, la vida pasar, pero no lo encontró como un desperdicio, al contrario, se sintió más plena que nunca, pues la infinitud de tranquilidad que esa acción le produjo, fue más placentera que nada en ese momento. Entonces, se descubrió nuevamente en su habitación pensando en la suavidad de sus sentimientos, pensó tanto que regresó en el tiempo, a ese día, en ese preciso acantilado don...