Sin remitente


¡Qué bello es escribir cartas! Solo que ya no tengo a quién, quizás solo al tiempo, a ese que me ha condenado lentamente a mi auto dedicación; probablemente no es una condena, al contrario, es ese empujón necesario que debía tener mi vida hace tiempo, un empujón al que me he resistido casi un año, pero hoy al fin, ya permití que me llevara al vacío, y aquí me encuentro, cayendo, desde muy alto, desde la cima del todo hacia el inicio de la nada, donde no soy nadie, donde solo pasan brisas de nostalgia, de esas que te atrapan y te hunden en la más profunda tristeza que finalmente te permite renacer. Hay gente que no sale de allí, otra que no necesita entrar, yo creo que no soy ninguna de las dos, ya he conocido esos fríos penumbrosos que te erizan cada partícula, que te calan cada rinconcito de tu ser; y de eso he logrado grandes pensamientos, pero hoy, no son lo que pretendo. Dichos fríos son necesarios lo sé, pero en realidad me falta tristeza para seguir escribiendo sobre ellos.
Yo ahora solo busco un remitente para mi carta, alguien que no sea solo el tiempo, alguien que me quiera escuchar y ya, alguien que no espere nada de mí, alguien que distraiga mi soledad pero no la aleje, alguien que no tiña ningún día de nada más que serenidad, alguien que esté ahí porque en realidad lo desea, alguien que esté ahí sin buscar en mí amor, porque no tengo; alguien que esté conmigo, no por necesidad o hambre de algo, solo para que logremos olvidarnos por un instante del mundo.
Creo que personas así hay pocas, todas siempre quieren algo a cambio, sin darnos cuenta ¡Todos queremos algo a cambio! Yo quiero todo lo que enlisté arriba, es difícil de pedir, a lo mejor, estoy en la terrible sensación de no querer que me pidan cosas, posiblemente, no quiero lastimar a nadie, tal vez solo pretendo romper secuencias de dolor, esas que todos los días vemos.
Pero sigo sin tener mi destinatario, es complicado de encontrar, quizás cuando lo encuentre dejaré de sentir todo esto porque encontré lo que deseaba, pero ojalá no empiece a sentir cosas, porque ahora, justo ahora, no quiero sentir, no porque me de miedo o no me guste, al contrario, no tengo el alma lo suficientemente preparada como para aceptar tan sublime acto.
Sin embargo, creo que mi búsqueda permanecerá oculta hasta el día en el que realmente quiera encontrar un destinatario que lea esto y piense que lo rompió en dos, porque seguro cuando lo conozca, esto no existirá en mi mente, ni en mi corazón y quizás mi alma ya esté dispuesta a elevarse en lo sublime.

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