El último Abril de Noviembre.

Y en esos pequeños momentos, en ese espacio decorado por humaredas de nostalgia, en un lugar tan frío y lleno de paz, donde la vida dio inicio a nuevos ciclos y a que todo surgiera; por fin comprendí, que era el momento justo para que ese atardecer, esos colores y ese frenesí se quedaran atrás, porque sin duda, ya empezaban a teñirme el alma con sabores amargos y sonidos de tormenta, era el momento de apagar esa luz que ya no tenía sentido.
Tendré que seguir así, caminando descalza por la vida, experimentando, conociendo y por qué no, buscando nuevos rumbos, porque la vida es un viaje y la gente pasa y pasa y nunca deja de hacerlo, muchos permiten aprender, vivir, soñar, colorean nuestros paisajes, te aman y dejan amar hasta más no poder, te sacan lo mejor y hasta lo peor de ti, pero bueno, en eso consiste, en sentir, y en no olvidar que a eso vine a la vida.
He sobrevivido a varios naufragios, aunque sí, este dejó miles de cuestiones en las peores condiciones; sin embargo, mi ser es lo suficientemente capaz de reparar nuevamente todo ese desorden que lo compone y que tanto me encanta, y bueno, igual tuve una nueva sensación. 
¿Has sentido presiones fuertes en el pecho, de esas que no te dejan respirar y que te quitan un trozo de vida? Pues yo ayer la sentí, se me arrancó algo del músculo sensible de mi cuerpo, se me vino el mundo encima y ayudo a hacer más presión en mi pecho, se me hundieron los ojos en el más profundo océano de desilusión, pero creo que igual era lo que estaba buscando, necesitaba un sacudón, además, ya era justo que continuara, que una sombra más pasara al más allá de los que se vuelven cada vez más ausentes y lentamente solo se vuelven recuerdos; porque eso quiero que sea, un recuerdo, de esos que solo se contemplan y no te dejan si quiera sumergirte.
Me esperan miles de nubes de tormenta con incertidumbre de grandes aguaceros, de esos que te empapan, que te lavan por completo y te renuevan. Sin embargo, debo frotarme con fuerza la piel, para que salga toda evidencia de que allí hubo sentimientos vivos.
Me pregunto si debo pelear con el pasado, pero no, es perder el tiempo, es incluso más humillante que la avalancha de sentimientos que me arribó.
Viajare por la vida,  pensando siempre que la pasión a sentir me ha guiado y que a pesar de las torrenciales sensaciones de color verde, que amo por cierto, debo continuar por los nuevos senderos, hasta volver a encontrar el acantilado donde siempre empieza lo que se volverá un próximo recuerdo.  




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