CARCAJADAS DE RECUERDOS
Todas las mañanas, las risas de
los niños, me despiertan, todas las mañanas quiero ver el cielo, sonreírle y
creer que en realidad no importa más que eso.
Todas las mañanas me miro en el
espejo e imagino que si pudiera entrar en él, todo mi mundo sería diferente,
quizás tocaría piano y viviría en un rincón de la capital, pasaría
desapercibida a los ojos de los astros de luz, no soñaría, tan sólo pasaría mi
tiempo mezclándome con melodías y dejando ser a mi ser, pero bueno, eso tan
sólo es una desviación de la verdadera realidad, algo que no creo que pudiera
ser muy posible.
Todas las mañanas deseo que sean
noches, para seguir con mi vida onírica, así nunca la recuerde, en realidad no
tiene diferencia con ésta, pues tampoco la recuerdo.
Es extraño, pero todas las mañanas intento recordar cómo amanecí en mi casa, mi habitación y mi cama, dejando a un
lado cualquier pensamiento de ebriedad, lo que recuerdo, es muy poco, hasta que
ese Frenesí apareció, juro que desde ese día todo fue diferente, pero hoy, quizás,
vuelve a ser igual, no quiero entrar en detalles, pero es que las risas de los
niños me desconcentran cada mañana, se ríen y nunca paran, son las nueve y diez
y siguen disparando carcajadas al cielo sin tener el objetivo de matar a
alguien, son las nueve y veinticinco y ya han creado la bomba atómica de las
risas, bonito, a mí me gusta reír, aunque ya no ría como niña, aunque mi risa
hoy sea muda y dure unos pocos segundos.
Una mañana, es más, esta mañana,
llegue al amanecer, le tomé una fotografía, que hermoso estaba y esta vez no
estaba verde ni negro, estaba de muchos colores, bueno, quizás si tenía un poco
de ese negro, sin embrago jugaban a mezclarse, a hacer maromas con la luz y
crearon un espectáculo muy bello.
A todas estas no sé porque no
continué caminando por las vías del tren, ese día, sí, en mi cabeza, en la
ciudad neurona, edificio imaginación, apartamento recuerdo, me quedé paralizada
y hasta el día de hoy tengo el poder y la valentía de dejar de jugar “estatuas”
con ese recuerdo, ni siquiera lo pude fotografiar, nunca lo hago, sólo a
Frenesí, a él sí que lo he fotografiado, hace tiempo no volamos, hace tiempo yo
no me sumergía en la ausencia.
Espero algún día, alguna mañana,
seguir caminando por las vías del tren y que de sorpresa llegue uno y me recoja
y me lleve lejos, donde ni yo sepa a donde voy. Sí, me gustaría cambiar de
vida, a veces, no siempre, yo creo que esas ideas me las crea la ausencia, me
las crean estas melodías escritas en sol menor.
Me llevaré a un loco y si puedo
cada recuerdo en fotografías que tenga de frenesí, pero no me llevaré a
frenesí, él ya está loco, pero no quiero que se vaya conmigo a ese viaje sin
destino programado, él sólo es loco, mi loco, si se queda aquí, en la ciudad,
donde todas las mañanas las risas de los niños te despiertan.
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