ATOLONDRADA

Muchas veces uno se contrae entre pensamientos, entre ilusiones, sueños y fantasías que tus neuronas fríamente te crean y gracias a esta acción te llaman humano, humano sentí-pensante.
Yo caminaba una tarde por el frío de esta pequeña ciudad, por el rincón de mundo en el que suelo vivir y empecé a ver manchas de color, color azul, rojo, verde, café, violeta y LILA, sin embargo no quise seguirlas, pues cada vez que seguía algún color terminaba escalando montañas infinitas, trepando árboles más altos que mi papá y tarareando canciones que cargaban maldiciones dentro y al final de cada una de éstas acciones volvía a mi hogar, sin mucho o quizás mucho, pero es que como yo, Lila, siempre lo olvido todo, pues ahora no significan nada, es más, no sé si realmente todo esto ha sucedido. Seguí caminando por mi metrópoli con baja temperatura y las nubes me sabían ácidas, me bombardeaban con recuerdos que ni eran míos y yo resultaba viviendo flashbacks ajenos a mí, también me bombardeaban con globos que contenían en su interior fotografías, parecía yo una caricatura, de esas que caminan con una nube encima, pero a mí no me atormentaba, a mí me perseguía con relámpagos de remembranzas que a muchos se les habían olvidado o peor aún se les habían derramado, realmente no me importaba, porque no era mi vida y hasta el día de hoy no me explico porque esa nube me mostraba vidas de otros, no sé si eran personas reales o simplemente inventos de la mente gaseosa que esa nube quizás tenía. A lo mejor ella quería que yo, le escribiera una historia, sin embargo no creo que una simple nube se fijara en un mortal, tan sólo para que le escribiera una historia.
Esa nube era particularmente extraña, nunca había conocido una, me acompaño día y ½, cuando se le acabaron los globos empezó a lanzarme estrellas, pero se cansó rápido, porque con éstas, yo no le hacía ningún comentario, además explotaban al tocar el aire, me hizo mojar con palabras, caras, colores, agua y mil cosas, estaba muy atolondrada esa nube y eso que ni corazón tenía, cada vez se hacía más pequeña y cambió de color, yo le empecé a contar mi vida, para que se diera cuenta que lo que me mandaba no era para mí, no era mi vida, que si apenas me acordaba de mi nombre y así lo quería, mucho menos iba a querer recordar lo que el resto no supo guardar y entonces yo pensaba que sí habían más nubes como ésta, de seguro alguien estaba siendo bombardeado con mis recuerdos olvidados, los que yo también derramé, llegué al aprieto de pensar en ir a buscar esa nube con mis recuerdos o si realmente debía olvidarlos, como ya había sucedido y al final decidí no ir a buscarlos.
¿Qué tal yo no quisiera recordar cosas o personas que estuviera cargando esa nube?  Así era, no lo quería, estaba bien con mi vida así, siguiendo caminos sin viento definido, así cargara maldiciones, cansancios y lo olvidara todo.
La nube se fue cuando yo terminé de pensar eso, no me molesto que se fuera, (se fue de color naranja, yo creo que a buscar un atardecer) de alguna u otra manera me alegró, desde ese día y medio terminé olvidando todo y lo único que quedó en mi cabeza fue una melodía medio triste, melancólica, con salpicadas de melodía francesa, pasan los días y transformo más esta historia, ya no sé si era una nube o persona, cielo o universo, canción o sueño.

Muchas veces uno se contrae entre pensamientos, entre ilusiones, sueños y fantasías que tus neuronas fríamente te crean y gracias a esta acción te llaman humano, humano senti-pensante.


Imagen por: Larry Carlson

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